Además de sus grandes ciudades, Cataluña es una región cuya historia se cuenta entre las montañas y frente al mar a lo largo de una serie de pueblos que articulan la identidad catalana. Muchos de ellos se remontan a la Edad Media —algunos incluso antes—, y una de las huellas más icónicas que se conservan de este periodo son las calles empedradas y las resistentes construcciones de roca. Estos son algunos de los seis pueblos de piedra en Cataluña que, a nuestro parecer, bien valen el viaje.
Pals
Ubicado en la comarca de Bajo Ampurdán en la provincia de Gerona, este pueblo medieval presenta algunos de los callejones de piedra más encantadores. Su casco antiguo se encuentra sobre una pequeña montaña, y entre los edificios más destacables que se pueden visitar ahí figuran la Torre de las Horas —una torre de vigilancia medieval desde la cual se pueden apreciar panorámicas fenomenales—, la Església de Sant Pere —una iglesia románica del siglo XI— y la Plaza Mayor.
Tossa de Mar
Este pueblo medieval es el único que sobrevive en la Costa Brava y es una pasada que parece venir directo de una postal de viaje. Y es que aquí los contrastes lo son todo: el azul profundo del Mediterráneo que baña sus playas de arena fina y dorada, el verde de las montañas cubiertas que abrazan el pueblo y los edificios terracota de este pueblo piedra en Cataluña que cuentan una historia de más de 500 años. El casco antiguo se conoce como Vila Vella y destaca por el patrimonio medieval que conserva, sobre todo por su muralla que data del siglo XII.
Mura
En pleno corazón del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, pero a solo una hora en auto desde Barcelona, Mura es uno de los pueblos de piedra más lindos de Cataluña. Su belleza se empieza a adivinar ya desde la magnífica carretera panorámica desde la cual se pueden apreciar increíbles monolitos. Los primeros registros del pueblo datan del siglo X, y vale la pena recorrer sus calles empedradas con calma para descubrir sus emblemáticas fuentes, así como andar por el Pasaje Camil Antonietti desde donde se pueden apreciar los puentes de piedra y los huertos que caracterizan al sitio.
Castellfollit de la Roca
Hay lugares que te quitan el aliento y Castellfollit de la Roca es, sin duda, uno de ellos. Este pequeño pueblo de piedra se ubica sobre un risco basáltico de 50 metros de altura que sobrevuela el cauce de los ríos Fluviá y Toronell —así que ni qué decir de las panorámicas que se aprecian desde sus miradores—. Este sitio se encuentra a la entrada del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, y todavía es posible caminar por la antigua vía romana que se construyó hace más de mil años, así como la iglesia de Sant Salvador del siglo XIII.
Siurana
Este pueblo medieval está construido en la cima de un acantilado de más de 730 metros de altura, y demás de ser una de las mejores zonas de escalada de España, sus callejuelas de piedra llenas de historias y leyendas son dignas de visitar. Aquí se encuentran los restos de la última fortaleza sarracena caída durante la Reconquista del siglo XII, así como una iglesia de estilo románico que data más o menos de la misma época. A los pies del abismo, hay un pantano de aguas limpias y serenas perfecto para practicar distintos deportes acuáticos.
Solsona
Este pueblo de piedra a solo hora y media de Barcelona parece sacado de un cuento medieval, y es que Solsona no solo conserva su traza original y múltiples edificios de enorme valor histórico, sino que además mantiene vivas sus tradiciones más arraigadas, como el famoso Carnaval de Solsona. En Solsona es pun pueblo de piedra en Cataluña donde todavía se pueden observar las antiguas murallas con algunas de sus entradas principales, así como el Palacio Llobera, la Catedral —la cual se revela como un imponente templo-fortaleza de estilo gótico—, así como distintas fuentes de piedra en distintos puntos de la ciudad.